jueves, 27 de octubre de 2011

EXILIO

Cuando era joven no entendía la opción del exilio ideológico.
Pensaba que no valía la pena huir, escapar y vivir lejos de aquello y aquellos a quien amas "sólo" por un conflicto personal con las ideas que gobernaban el país.

Admiraba, eso sí, a quienes optaron a ello pero siempre pensé que tenían más valor los que luchaban y se revelaban activamente y en la proximidad que los que optaron hacerlo desde la distancia.

Sospechaba que, en cualquier caso, se trataba de personas con un claro posicionamiento político, conocido por todos. Gente perseguida, o con antecedentes. Tachados de terroristas o revolucionarios.
No podría ser, en ningún caso, una opción tomada desde la calma y la reflexión, sinó con la policía avasallando cada noche la puerta.
No podía ser un exilio de conciencia.

Últimamente empiezo a entender a aquellos que no pudieron convivir con las formas, los modos, las maneras, los principios y las represiones.
Cada día tengo más claro lo que cuesta circular por la vida sin que parezca que lo que pasa, duele. Y duele mucho.

Evito la prensa, evito los debates, me evado con superficialidades porqué cada día estoy en contacto directo con unos valores que aborrezco.
Me agota el ritmo de la ciudad y me aprisionan los principios que imperan.
Me molesta la falta de respeto, la mala educación, la irresponsabilidad individual y colectiva, la agresividad como sistema...
Y me asusto, más aún si cabe, cuando intuyo lo que está por venir.

No creo que me vaya. Ojalá encontrara a dónde. Porqué por mucho que entienda ahora el exilio como opción, soy incapaz de encontrar, en el mundo de hoy, un lugar donde refugiarme.

jueves, 20 de octubre de 2011

DESAPEGO O AUTOSUFICIENCIA

Una vez oí a alguien hablar del desapego. de un desapego a medida porqué parece ser que se inspiró en el budismo para encontrar la perfecta excusa para abandonar a su antojo.
La metidación, le reflexión, la espiritualidad, fueron la fuente de sus coartadas perfectas a la hora de buscar cómo dejar plantada a más de una.

Así que, por suerte, y aún creyendo lo contrario, la persona de quién debía desapegarse se libró de él.
Ahora, ella es feliz en una relación de afecto donde amar no es fuente ni de complejos de ni evasivas sinó de crecimiento compartido y alegría.

En otra ocasión, conocí a alguien que aspiraba a la autosuficiencia.
Me daba pena porque era capaz de desaparecer, enmudecer y aislarse con tal de no reconocer cómo la vida recobraba luz cuando la compartía.

La gente le buscaba y disfrutaba en su compañía. Se lo decían y le gustaba. Porque los días de luz, ese alguien se dejaba llevar y ...fluía!!

Pero los días de sombra se perdía entre las tinieblas y buscaba sólo en sí mismo. Y nada encontraba. Estaba vacío. Y sufría, sufría mucho aislado en su zulo de autoconstrucción.

Se olvidaba de buscar en aquellos con quién compartía y de recuperar aquellos momentos en que su mirada podía adquirir el brillo del cielo del Norte.
Se olvidaba de buscar en el espacio de su corazón que sí estaba lleno.
Y, en la soledad, sólo sentía frío. Y el frío le aislaba y el aislamiento le enfriaba...

Se olvidaba de reconocer, de agradecer, de mirar, de sonreir por y con aquellos que le ofrecían amor.
En un ataque de amnésia, todo carecía de sentido y nadie era sufiente. Ni era suficiente para nadie.

Permanecía encerrado, en cuarentena. Renegando de todo y de todos. Cumplía con sus obligaciones pero se olvidaba de la felicidad.
Trabajaba más que nunca y el tiempo se ocupaba sólo.
A ratos, como en un pico de fiebre, sudaba tristeza y su lucha por no necesitar a nadie le consumía el corazón.

Hace tiempo que no sé nada de ambos. Era de esperar.

Desde el fondo de mi corazón, espero que se hayan encontrado! Tal vez viven juntos y felices para siempre.
Quien sabe, verdad?