Los fines de semana me gusta regalarme el desayuno fuera de casa. Me levanto cuando me despierto sin que suene el despertador, me lavo la cara como un pajarito y me visto para salir a desayunar!!!
Me encanta. Algo tan sencillo como eso, es de los momentos más deliciosos y esperados de la semana.
Café, croisant y la prensa, aunque sea atrasada.
Repetir esa rutina cada fin de semana, siendo fiel al lugar, ha creado un vínculo con quien me atiende cada sábado y cada domingo, y sabe que me gusta el café solo, corto y el croisant poco tostado....
Además del disfrute del tiempo que dedico a este ritual, que nunca es poco, una de las mejores partes es cuando, una vez he acabado de pagar, oigo decir a mi camarera: adéu, hasta mañana!!
es agradable pertener a algo o alguien, aunque sea un rato
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