lunes, 9 de mayo de 2011

LA BARBERIA DE LA SEU


Hay una barbería bajo unos arcos en el centro de La Seu dónde, entrar, es viajar en el tiempo.

El olor a ráncio, la pintura de las paredes de color caca de oca, el mismo mobiliario dónde debieron sentarse dones para lucir ante doñas, el barbero Joan pintor en sus ratos libres... se quedaron anclados, inmóviles, disecados y traspuestos allá por los principios del XX.

El peinado, los zapatos bi-color, los gestos y las manos del artesano. Ni una palabra de más. ¿Qué va a ser?
Las revistas, las botellitas de Floid Blue y los cachibaches de experto profesional que ya nadie conserva, se amontonan medio llenos y medio vacíos en un orden casi patológico.

El ritmo de trabajo es el de quien no tiene prisa. El trabajo bien hecho se merece la concentración y la delicadeza que sólo permite la calma. ¿Hay acaso algo mejor que hacer que dejarse lavar, peinar y afeitar recostado en un asiento rojo y blanco reclinable? Relájese

La luz de fluorencentes de 40... Hay fluoresecentes de 40? Y el lavacabezas portátil, que aparace tras las cortinas en el momento preciso del aclarado del cabello. No antes.

Las gasas, las toallas y el ruido(ese ruido!!) del jabón mezclado con la brocha. La navaja de cuchilla deshechable que debe ser lo único que se renueva con frecuencia....

Todo el ritual me mantuvo con la boca abierta, observando, sin apenas moverme.
Serán 20 euros. Por un momento pensé que nos cobraría en pesetas ...
Ni una plabra más. ¿Para qué?

Fué como entrar en un espectáculo de mágia. La mágia de parar los minutos. El tiempo congelado y yo congelada con el tiempo.

2 comentarios:

  1. lo bueno de los lugares que parecen anclados en el tiempo, es que la prisa queda al otro lado de la puerta.

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  2. Texto bello, con una sensibilidad especial y un saber mirar que llega al corazón...

    Felicidades.

    Un beso.

    José María.

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