martes, 8 de septiembre de 2009

EL MESIAS

Conozco a un tipo que se pasa la vida asistiendo a cursos de autoayuda. Bueno, en realidad él los llama "estancias de crecimiento personal", "meditaciones grupales" y cachibaches parecidos.

Por poco que pueda, junta tres o cuatro días festivos, pilla carretera y manta y se va de Barcelona a Sevilla, si es menester, a despelotarse en público, gritar y saltar y "dejarse llevar", explicar sus intimidades a otros desconocidos o estar al límite de la asfixia para luego vivir el "renacer".

La verdad es que es todo un espectáculo verlo en acción, cuando se rodea de jóvenes fans que escuchan sus enseñanzas y quedan cautivados de su ser y juventud de espíritu. Es digno de ver.

Con tanta práctica adquirida, se vanagloria de que sabe lo que no está escrito y se aventura a darte lecciones de vida y consejos sin que se los pidas... (ni los quieras escuchar...)

Y sabe tanto de los tantos, que hasta se atreve a decir cuánto de bueno sería para el mundo que él se dedicara, por fin, a liderar grupos de terápia de forma profesional como buen gurú, líder, guía y mentor (todo junto). (Te imaginas???)


Si cuestionas sus discursos él, generosamente, te regalará la mejor de sus sonrisas antes de hacerte saber que "él, antes era como tú y pensaba como tú...", y te recomendará de forma altruista y estupenda que practiques el "fluir" para que puedas llegar a "darte cuenta" de cómo te sientes y bla, bla, bla.


Con la cantidad de horas que ha dedicado a esas prácticas, desde el luego, el hombre, para que le convaliden por un máster, tiene.

Otra cosa es si con su afición compulsiva a empalmar una estancia tras otra, curso tras curso, meditación tras meditación, haya tenido tiempo ni para el aprendizaje, ni para la integración de lo aprendido, para el autocuestionamiento y, sobretodo, para ejercer la humildad.

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