martes, 30 de junio de 2009

ERRARE HUMANUM EST

Reconozco que me cuesta aceptar que yo también me equivoco. Bueno, matizo, me cuesta darme permiso para el error.
No es que no admita mis fallos, lo que me pasa es que soy dura e implacable conmigo misma cuando los cometo.

Ser infalible y tenerlo todo bajo control es una meta de locura, que estresa y desgasta.

Aún aprendiendo de mis imperfecciones y asumiéndolas poco a poco, no he conseguido aún evitar que se me transtorne el cuerpo cuando no me sale bien. Se me gira el estómago y se me acelera el ritmo cardíaco. Ni he conseguido controlar la ira que vuelco hacia mí misma sin reparo y sin compasión.

Puedo ser más justa y tolerante con los otros y sus errores. Pueso respetarlos más y acompañarlos, incluso compartir responsabilidades para aligerar cargas. Y no me siento ni más generosa ni mejor persona por ello.
Creo, al contrario, que tanta magnanimidad se gira contra mí misma. Falsa modestia, seguramente.

Favorecer a los demás por encima de uno mismo suena a lección de catequismo aprendida desde la cuna y adherida en el inconsciente a martillazos.
Suena a la generalmente mal interpretada "amar al prójimo como a ti mismo". Curioso ese mandamiento que presupone el "autoamor". Lo da por hecho. Imposible ejercer el amor a otros si no se ha asumido antes el "a ti mismo".

Muchas decisiones y acciones de cada día, pueden fundamentarse en una mala comprensión de "amor hacia los otros", que deja al "amador" como sujeto que ama sin ser objeto de su propio amor.

En fin...menuda paja mental, sólo para contar que he tenido un dia de mierda con autoflajelación injustísima incluída.

No hay comentarios:

Publicar un comentario