domingo, 5 de julio de 2009

DE TIPOS DE GENTE

Durante unos meses de mi vida, pocos, viví en una población en pleno corazón de Catalunya, capital de comarca, y de cuyo nombre no quiero acordarme.

No fue una experiencia grata y allí viví algunos de los peores meses de mi vida.

Recuerdo el afán de algunos por hacerme sentir extranjera. Extrajera!!!

Los de Barcelona no podíamos entender nada de lo que pasaba allí, ya que los de Barcelona somos de otra "pasta", al parecer. Me preguntaban de qué familia vengo!! Y siempre contestaba que "de una muy numerosa y Vernedí hasta la médula"... Como no entendían nada, me dejaban en paz o, simplememte, me dejaban.

De temperaturas extremas, con inviernos de congele y veranos de desierto (pero sin bello paisaje), esa ciudad quedó atrás.

Como finalmente decidí volver a instalerme en Barcelona (de la que dudo que vuelva a marchar), el ir y venir a diario a trabajar ocupaba más de tres horas y media de mi tiempo....de lunes a viernes semana tras semana, tras semana, de lunes a viernes...

El trayecto infinito, tan temprano cada mañana, el frío y el calor extremos, el ambiente de rechazo y algunas malas personas, puedieron con mi cuerpo, con mi mente y con mi salud y por fín... un día esa ciudad quedó difinitivamente atrás.

Durante el año y medio que duró mi tortura me acerqué, con más simpatía aún, a aquellos immigrados que, como yo, hacían el trayecto conmigo y me guardaban sitio en el tren!!. Fueron mis compañeros de viaje, aunque para ellos el viaje había empezado mucho antes que el mío y muchisimos kilometros más allá y, al volver volvían a sus casas aunque no sé si a su hogar...tal vez sí.

Saber de dónde eres, sentirte de un lugar depende muchas veces de quien te recibe y de cómo lo hace. La añoranza es menos cuando te acogen o, al menos, no te rechazan.
Hacer sentir ageno a alguien es fácil. Imagina!! Yo fuí extranjera en mi propio país!! Y cada día, al salir del trabajo, y subir al tren, ya empezaba a estar en casa. La RENFE era mi casa!!!

Durante esos meses y dada mi condición de emigrante, prefería tratarme con mis iguales. Los que me sonreían muertos de sueño en el viaje de ida y agotados en el de vuelta... que también me sonreían.

De esa mala experiencia, de los "nativos" pocas fueron las excepciones. Que no por pocas, fueron menos importantes. De hecho esas excepciones reducen mi radicalidad cuando me refiero a ese lugar y siempre matizo cuando hablo de aquellos meses y, aclaro: también encontré personas fantásticas que lo serán para siempre en mi vida!!

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