lunes, 23 de marzo de 2009

DARTE LA VUELTA COMO A UN CALCETÍN

Una tarde de hace pocas semanas me sentí, por primera vez, como un calcetín.

Entendí aquel día, a qué se refería esa expresión que recoge la sensación de quedarte con lo de delante atrás, con lo de arriba abajo y con lo de dentro, fuera. Darte la vuelta, poner en cuestión todo lo que antes era sólido. Lo medular, lo básico. Sobre lo que se construyó. El cimiento. El fundamento.

Este tragín lo provocó una afirmación sabia que tuve la suerte de escuchar con la mente absolutamente abierta. La afirmación en cuestión dijo: "ninguna relación sana de amor debe suponer un esfuerzo".

Al principo y como suele ser normal en mí, me reboté y encontré varios ejemplos de cada día en las que, sólo el esfuerzo, aseguran que una relación siga adelante. Y defendí que eso estaba bien. Así me lo habían enseñado y reforzado e incluso, esforzarse y luchar por una relación, había sido motivo de mérito reconocido.

Por supuesto la respuesta de mi interlocutora fué que, no por haber encontrado situaciones mil, la afirmación era menos cierta.

Joder...menudo vuelco!

La ecuación, en realidad, es sencilla: las relaciones de amor (amor amigo, amor amado) deben aportar (són igual a) satisfacción. Y sólo satisfacción. El amor es para hacer feliz. Das amor para ser feliz y lo recibes también para serlo.
El acercarnos a alguien y el permanecer cerca, salvo en situaciones no escogidas o bajo coacción, es síntoma inequívoco de voluntad, de libertad.

Desgraciadamente el dicho moralino del "todo esfuerzo tiene su recompensa", por común y por repetido, lo hemos integrado tanto que hemos llegado a entender que sirve para todo y que aquello que cuesta (y cuanto más cueste, mejor) tiene m ás valor y nos asegura una parcelita con vistas, allá en el cielo.

Y así la vida, miles de relaciones (de amigos y de pareja) se basan en sacrificios, "dejares", dosis infinitas de generosidad malsana y fustigamientos de Pascua.

Frases perversas como la famosa "quien bien te quiere..." circulan por nuestro riego sanguíneo y, lo peor de todo, se transmiten de generación en generación. Pero, ojo! no es genético!! Es un invento!!!!

Y el premio? a veces, un fin de seman lindo en una casita rural de la Garrotxa, una cenita com buen vino, un polvete apasionado...y si te toca el: "te quiero" entonces ya te puedes morir de gozo.
Y... hasta la proxima, amigos!! Ya sabes que para que te vuelva a tocar la Chochona, hay que volver a jugar mmiles de papeletas, pero... hay premio seguro!!!
Y el premio pasa por la renúncia y por el dolor, y por "tener que" y por "deber", y pasa por el "por él" y el "por ella".

Y de tanto pasar se conoce el camino que, en realidad, es un laberinto con trampa que, irremediablemente, TE pierde.

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